Han sido varios días rodeando esta delicada palabra – “TRASCENDER”.
Suena bastante hermosa y se siente en lo más profundo, pues tiene la capacidad de ser como una flor en plena tormenta, sutil y poderosa, todo al mismo tiempo.
Pero, ¿Qué hay detrás de este poder sutil? ¿Realmente cuando trascendemos estamos atravesando algo? O estamos saltando sobre, brincando, pisoteando un algo.
Podrían parecerte dos conceptos absolutamente similares, pero yo no lo creo. No es lo mismo atravesarte con un cuchillo, que tan solo sobreponerlo sobre tu vientre.
Atravesar me parece algo que requiere de mucha fuerza, depende, por supuesto, de lo que estamos intentando atravesar…Pero, hay un gran uso de la energía, indudablemente, pues la materia es en todas sus formas, compacta. Algo tendrá que romperse.
Sobreponer, por su parte, no necesariamente rompe, puede hacerlo, no digo que no, pero no es su prioridad. Su objetivo tampoco es asfixiar, pero muchas veces lo hace. Decir que lo hace de mala gana sería una mentira no exagerada en algunos contextos. Pero, por sobre todo, lo que se sobrepone busca ascender sobre algo que quedará más abajo. Los malos usos son propiedad de su usurpador, y bueno, lo demás es historia. Sobreponer, no tiene por qué ser un algo de connotación maliciosa; podemos observarlo como las capas de una torta, por lo que sería solo un orden natural de las cosas. Soto bosque bajo bosque. El ritmo de la guitarra superpuesta al bajo en una canción.
En esta ultima instancia, me nace un hermoso respirar, al sentir la superposición más bien como un compás continuo entre los instrumentos de una banda, donde a veces un sonido asciende sobre otro, pero finalmente, es una danza en conjunto. No hay superioridad, pues esa es solo una percepción del ego. Sobreponerse es simplemente una acción, entonces, de juego entre cuestiones. A veces brillas tu, a veces brillo yo. A veces hay sol sobre las nubes y a veces lluvia sobre el sol.
Y mas allá de todas estas cosas, siento que hay muchas otras más…
¿Qué es eso tan poderoso que siento al trascender?
Mutar de piel e ir en busca de lo que no se me ha perdido, pero esperando encontrar algo que se que encontraré. Lo he sentido. Sí, esa delgada capa cubriéndome lentamente todo el cuerpo, toda el alma y todo mi ser. Ha llegado el momento, entonces, de permitir que me penetre y se deje de traslucir mi vieja piel a través de ella, y más bien, hacerla mía, una sola, pegada a la carne de lo que me compete llamar como: el cuerpo mío.
Abriremos las rendijas de la nueva morada, con sutileza y con el gran dominio de las trompetas luminosas que cantan al pasar en un carnaval. Rogaremos al cielo que truene como la primera vez y comprenderemos cómo el rugir de la tierra nos avisa un nuevo trascender. A diario un alma en ascenso es celebrada por medio de la tormenta y así las criaturas se inclinan en goce, hidratando su sed, dejándose atravesar por las gotas que corren por las venas de este mundo tan eterno y vasto hasta el final.
Bienaventurados quienes trascienden y emprenden su camino al cielo.

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